¿Por qué son importantes las cinco solas hoy en día?
Mucho antes del comienzo de la reforma, ciertas prácticas en la vida de la iglesia, para las personas corrientes, habían dejado de ser expresiones de importancia de la fe cristiana. En lugar de depender de Dios, la gente participaba en rituales sin siquiera entenderlos. A lo largo de los siglos, ciertas enseñanzas cristianas clave se atrofiaron en la iglesia, especialmente las relacionadas con el tema de la salvación.
En medio de este declive, los reformadores (tales como Martín Lutero y Juan Calvino) buscaron definir las doctrinas cristianas relacionadas con la salvación. Estos pilares: «las cinco solas», son cinco frases en latín que surgieron para establecer un fundamento para el entendimiento de la base de la reforma y para crear un cimiento para que los cristianos sigan construyendo y restaurando las enseñanzas esenciales del evangelio. Irónicamente, estos énfasis más importantes en ocasiones también acaban perdiendo significado. ¿Marcan la diferencia hoy en día? Y si es así, ¿de qué forma?
- Sola fide (solo por fe)
Una de las tentaciones más grandes de nuestra cultura es nuestra inclinación a vivir por vista y no por fe. La expresión «ver para creer» nos deja dependientes de nuestras acciones y nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos. Cuando vivimos como si la salvación dependiera de nuestras habilidad, podemos caer presos fácilmente de un «evangelio» basado en el miedo. Nos aferramos a nuestras dudas y ansiedades en lugar de aferrarnos al verdadero evangelio de la fe. El miedo confía en sí mismo, mientras que la fe confía en Dios. El miedo dice: «tengo que rectificar mi situación». La fe admite: «no puedo hacer nada al respecto, ahora está en las manos de Dios».
Adán y Eva tuvieron miedo al despertarse su pecado, confiaron en que unas hojas y esconderse «arreglaría» su situación (Gen 3:7-8). Muchos de nosotros nos escondemos de nuestra necesidad de Dios. Dejamos a un lado la gracia de Dios y su provisión de salvación a través de Cristo y dependemos de nuestros propios méritos. A menudo olvidamos que a través de la restauración y el perdón podemos volver a descubrir el gozo de la salvación. Nuestra fe nos lleva a colocar nuestra confianza en el único que puede ayudarnos a superar lo feo del pecado y la muerte. - Sola Scriptura (solo por medio de la Escritura)
La Biblia ocupa un lugar central en la vida de la iglesia cristiana. Los cristianos tratan la Palabra de Dios como verdad, como autoritaria y suficiente para la vida de la fe. Sin embargo, con el tiempo, las tradiciones (creencias y prácticas localizadas) han aumentado en nuestras iglesias y denominaciones, lo cual afecta a nuestro acercamiento a las Escrituras. Estas tradiciones nos separan de las prácticas y creencias más importantes y centrales del cristianismo histórico. Cada comunidad de iglesia tiene tradiciones así. Solo por dar algunos ejemplos, están las normas sobre el alcohol o las afiliaciones políticas. La enseñanza de la reforma de la Sola Scriptura quiso frenar este tipo de tradiciones que habían ganado fama en la iglesia católica romana.
Pero los reformadores, al defender que la Escritura es la autoridad suprema en temas de doctrina y práctica, también entendía que había una categoría distinta de lo que llamamos tradición: las creencias y prácticas universales que unen a los creyentes en todas partes. Piense en creencias sobre Dios Trino o la persona y obra de Jesús, por ejemplo. Igual que los reformadores, nosotros también debemos honrar la Escritura como clave y fundamental para entender la fe. Tenemos que seguir a los reformadores al recurrir a la tradición para ayudarnos con la desunión a la que nos enfrentamos en el cuerpo de Cristo y animarnos a leer la Biblia en sintonía con los que han ido delante de nosotros. - Solus Christus (Solo por medio de Cristo)
Vivimos en un mundo pluralista. Aunque esto ha creado la promesa (y en ocasiones la realidad) de la vida pacífica entre personas de distintas tribus y religiones, también presenta unos retos particulares para los cristianos hoy en día. ¿Debe el cristianismo adaptar su doctrina a la nueva realidad cultural sugiriendo que centremos nuestra atención en promover buenos morales en lugar de animar a los hindúes, musulmanes o ateos a que acepten el evangelio y afirmen la ortodoxia histórica cristiana?
El modelo de la salvación que enseñaron los reformadores explica que llegamos a Dios solo a través de Cristo, lo cual excluye una visión pluralista sobre el tema de la salvación. Como cristianos no podemos cambiar la doctrina que ha animado nuestra fe por más de 2000 años. No hay nada más central para el cristianismo que la persona y obra de Jesús. En esto, los reformadores nos ayudan a aclarar uno de los principios de la salvación en la fe cristiana, uno que Jesús mismo enfatiza. «Nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6). - Sola Gratia (solo por gracia)
Jesús obra según la gracia. Hace su obra en las personas que como mínimo merecen ser rechazadas y como máximo merecen el peor de los juicios. ¿Quiere que le ponga un ejemplo? Para encontrar a un colaborador de Jesús indigno solo tenemos que ir a uno de los líderes de la iglesia primitiva, Pedro, quien negó a Jesús tres veces.
A pesar del énfasis dado a la gracia en el ministerio de Jesús y la iglesia primitiva, los cristianos siempre han luchado con la tentación de hacer que el cristianismo en general y la salvación en particular se trate de una serie de normas y regulaciones. El testimonio de la reforma es que la salvación viene a nosotros no a través de la obediencia de las normas de la iglesia, sino a través del regalo de gracia del Dios Trino. Como creyentes somos propensos a pensar en «normas y regulaciones». Nos vendría bien ser un ejemplo de un corazón más lleno de gracia por los demás en las redes sociales, en nuestras iglesias y en nuestras comunidades. - Soli Deo Gloria (Solo gloria a Dios)
Las personas de todo tipo, desde los niños hasta los ejecutivos, buscan recibir reconocimiento. Todo el mundo agradece un poco de reconocimiento por un trabajo bien hecho y tenemos la tendencia de sobrestimar nuestra contribución a un proyecto realizado. Lo hemos visto antes: un jugador de baloncesto consigue encestar al final del partido y aunque hayan sido los únicos puntos que haya conseguido en todo el partido, los medios le dan toda la gloria a él. No importa el trabajo de sus compañeros que le ayudaron a estar despejado para lanzar el balón y también contribuyeron a esos últimos puntos. ¿Quién se lleva la gloria? Todos en cierta manera.
Pero en la salvación, los reformadores dejaron claro que solo Dios se merece la gloria. La iglesia católica romana del siglo XVI tenía la costumbre de dividir la gloria. Dios se llevaba la mayor parte, pero el pecador merecía una parte de la cooperación (al realizar rituales y hacer buenas obras). La herencia de la reforma nos aclara que nosotros no nos llevamos ningún reconocimiento en nuestra salvación (Ef 2:8-9). Solo Dios se merece la alabanza por la nueva vida gloriosa que da a sus elegidos.
¿Cómo podemos nosotros, como hijos de la reforma, querer ayudar a otros a apreciar las doctrinas cristianas relacionadas con la salvación especialmente en medio del declive de nuestra cultura? A lo largo de nuestras vidas, tenemos que buscar vivir las verdades bíblicas que ayudarán a los demás a entender la salvación y que la Escritura es nuestra autoridad suprema. Tenemos que mostrar al mundo el amor de Dios, que Dios nos acepta solo por gracia a través de la fe solo en Cristo y que Dios a menudo usa a los reformadores más improbables en distintos lugares y circunstancias para llevar a cabo su voluntad, y todo para la gloria de Dios.
About the Contributors
John A. Adair
Dr. John Adair emphasizes guiding his students toward a Christ-centered, historically informed faith. His research interests include historical exegesis and the role of culture in theology. Prior to joining the faculty at DTS, Dr. Adair spent several years as a writer at Insight for Living. He and his wife, Laura, have three children—Nicholas, Harper, and Thomas.